jueves, febrero 21, 2008

El hotel menos romántico del mundo


Hace unos días, unos amigos míos que se van de luna de miel, me sugirieron que les recomendase algún hotel en París.

Aunque es verdad que viví un año en La Ciudad de la Luz (aclaro que no me estoy refiriendo a Valencia), creo recordar que únicamente he estado en dos hoteles allí: uno muy cutre cuando era un adolescente y del que me echaron por culpa de una fiesta que se terminó descontrolando y otro, ese mismo año que viví en la capital francesa, justo en la línea opuesta del primero y en el que sólo estuve un par de noches.
Sin embargo, esa búsqueda de hoteles franceses me ha traído ha la memoria el que probablemente sea el único hotel que acabaré recordando con el paso del tiempo.
Ahora se llama Hotel Radisson SAS Lyon, pero cuando yo me alojé en él, todavía se llamaba Le Meridien (Part Dieu) y decían que era el hotel más alto de Europa.
Era mi primer día en un nuevo trabajo y en un nuevo país, tenía que incorporarme al séquito de una caprichosa cantante pop y casi no sabía decir ni una palabra en francés.

En fin, que he decidido que no se lo recomendaré a mis amigos.
Para empezar, porque no está en París (seguramente, ávido lector, habrás descubierto que está en Lyon) y porque no tiene nada de romántico en apariencia. Es más, seguramente sea uno de los lugares aparentemente más impersonales y fríos del mundo. Parece sacado del Japón de Lost in Translation. Lo recomiendan para congresos y reuniones de trabajo. Nosotros nos alojamos allí porque creo que estaba cerca del aeropuerto.

Digo que al final no creo que se lo recomiende a mis amigos, porque no está en París y por puro egoísmo infantil. Porque quiero que aquel hotel sólo signifique algo para mí y que para el resto sólo sea un lugar de paso fugaz.

Seguramente pensarán que es el hotel menos romántico del mundo.

Al fin y al cabo, ellos no necesitarán saber que se puede escapar de la madrastra de Cenicienta por la salida de las cocinas de aquel hotel, en busca de la libertad de una noche y entonces ya nunca vuelves a pensar en aquella torre de acero y cristal como algo frío e impersonal. Sabes que ya nunca olvidarás aquel sitio, que sonreirás al mencionarlo y que, con el tiempo, acabarás contando aquella aventura a tus nietos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues en la foto tiene buena pinta, parece un lápiz gigante :D

Anónimo dijo...

Pues yo pense que ibas tu centrar tu comentario alrededor de la poderosa simbologia falica del hotel de marras!

"No es muy romantico alojarse en un pene de 200 metros!" XD

Anónimo dijo...

Pues yo nunca he estado en París...!

PD: estoy empezando a odiar mi ipod!

SOy Paula, que no me acuerdo cómo s ehacía para poner el nombre al postear aquí, jeje

Anónimo dijo...

Uys, muy alto, no podría haber ido igualmente, que luego me pasa lo de Chicago, que me dieron habitación en una planta 14 y casi me da un patatús...jajajajajajaj

Muuuuuua

Anónimo dijo...

pues ya sabes a disfrutarlo!! : )
besosss
soy cris

Anónimo dijo...

Yo me debato en no arruinarnos con el hotel y el "¡qué demonios!", aysss