
Han pasado tan rápido estos días de vuelta en Gijón, como el atípico fin de semana (por el hecho de ser de miércoles a jueves) en Madrid.
Más de una semana después, la mayoría de las anécdotas todavía siguen formando parte de las conversaciones, así que no me puedo resistir a ponerlas aquí, más que nada para cuando ese alzheimer prematuro tan típico en mí, empiece a nublar mis recuerdos.
Hacía ya mucho tiempo que no bajaba a Madrid, así que volví a sentirme un poco
Paco Martínez Soria, como la primera vez que llegué a la capital, algunas cosas nunca cambian. Nos alojamos en
un hostal muy cuco de la zona de Fuencarral al que pienso volver siempre que pueda y que
os recomiendo encarecidamente si no sabéis donde alojaros y os apetece estar céntricos. No es caro, es limpio, coqueto, de trato muy amable y hasta tienen una
gatina que se cree un perro.
A la nena le cansa un poco el look modernillo que inunda
Malasaña, pero a mí me parece
el mejor sitio de todo Madrid, de verdad.
¿Quieres salir de Marcha? Los antros que más casan con mi estilo están por allí, ¿Comer bien? Ahí está Chueca, por ejemplo (os recomiendo el
Ojalá) o la imprescindible
pizzería Maravillas, ¿Comprar? Pues mercado de Fuencarral o Gran Vía a un paso. Acabaré reconciliándome con Madrid, lo sé, es cuestión de volver y volver.
La excusa era
el concierto de Beck y mereció la pena. El tipo ha cambiado de aquel al que conocí en el enorme
Odelay, doce años atrás. Igual que Madrid en mis recuerdos. Parece Kurt Cobain en bajito, pero como artista sigue siendo enorme. He leído
críticas de
todo tipo del concierto en La Riviera, pero
yo disfruté como un enano. La sala nunca ha sido un prodigio de acústica, así que no le pidamos peras a los acoples, pero aparte de eso, fue un show genial. No voy a hacer la crítica, me limitaré a decir que me pasé hora y media dando botes en una zona privilegiada y disfrutando de
jitazos desde el primero (
Devil´s Haircut) al último (
Where it's at+Güero), pasando por
Loser,
E-pro,
Girl,
Sexx laws,
Mixed bizness o las nuevas.
Y cantando en pijama, con unas Ray-Ban rojas y en unas zapatillas mil números mayores.
Genio y figura.
En fin que al final todo se hizo cortísimo y ni tiempo casi para ver
el parto del nuevo iPhone 3G.
Otro día os hablaré de
mi nueva adicción o de cuando estuve (literalmente) en una nube.